Es necesario que cada uno de nosotros "programe" su propia muerte en la mejor escena posible, para que ésta sea lo menos traumática, para nosotros mismos como para nuestros allegados, herederos y seres queridos. Es algo así como prepararse para realizar el largo viaje; saldar las deudas, despedirse de los seres queridos, documentar nuestro testamento, recomendar y aconsejar a nuestros descendientes, etc.
Todo el equipaje permitido será solamente la obra personal, todo lo que pueda ser una obra benéfica, un legado cultural o un hijo virtuoso que implore la clemencia divina para con sus padres.
Sabemos que "toda alma probará el sabor de la muerte" y también que la comunidad musulmana se distingue de las demás por sus normas de vida específicas, que cada uno de nosotros tiene la obligación de conocer y de obrar en consecuencia; ya sea en los momentos difíciles como en los de felicidad.
Ciertamente hay normas y formalidades propias de nuestra tradición para con el musulmán fallecido. Bañarlo, amortajarlo, rezar por él y finalmente sepultarlo según las enseñanzas del Corán y de la Sunna (tradición de nuestro Profeta Muhammad).
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